sábado, 25 de abril de 2015

Más elegante en bragas que arreglada, informal pero perfecta. Mis dedos recorriendo cada poro, memorizando cada gesto, rincones, comisuras. Tus labios en mi cuello, tus manos en mi pelo. Cierro los ojos y floto. Un sueño hecho carne, tu carne tachada de pecado. Yo nunca fui creyente, pero creo en el infierno que solo tú y yo podemos crear de la nada, en lo ardiente de las llamas, en el humo saliendo de tu boca y entrando en la mía. Tan profundo que lo físico parece escaso, parece magia, hacer arte con los dedos, o acercarme para irnos muy lejos. Elije un planeta y repoblamos la galaxia. Elije un destino y yo te llevo a ciegas. Ojos vendados y respiración agitada, simples roces que excitan. El tacto de tu lencería deslizándose hacia el suelo. Entre tus piernas siempre tormentas, ya vendrá luego la calma, la paz, los orgasmos, la vida, tu sonrisa incontenible, los besos entre risas y acabar volviendo a jugar contigo a la guerra, porque no hay mejor trinchera que tu ombligo, ni mejor conquista que hacer que te derritas entre mis dedos cegado por el brillo de tus ojos, y el amor de esa sonrisa entre bocados en el cuello.