martes, 25 de noviembre de 2014

La estupidez de los sentidos

Donde hubo fuego cenizas quedan, pero dejaste la ventana abierta y se volaron todas. Mi cuarto es una nube de polvo, humo de segunda mano y amor de tercera. Tan roto de que lo usen, juguete viejo despreciado, tan poco valorado que se esconde debajo de la cama. Mi monstruo, el que no me deja dormir, el que me hace soñar despierto. Ya no sé si dejé la puerta entreabierta aquella noche para que entraras tú o por si decidía irse él. Soy más insensible después de cada desilusión, más tierno después de cada golpe, más cerdo después de cada romance. No esque sea frío, congelo los instantes, para que, al contrario que las personas, no me abandonen nunca. Por dentro algo me quema, por fuera se me resquebraja la coraza. Mis demonios internos estarían entretenidos para rato en tu infierno, pero no me hago responsable de los daños. Ni yo mismo los controlo, me controlan ellos a mi. Si no de qué esta sonrisa rota, este sentimiento de culpa por sentir. Ni yo sé que pinto aquí ni tú quieres averiguarlo. Se me acabaron los colores hace mucho, tiré la paleta al lienzo y este manchón gris es el resultado. Subrealismo en estado puro, interiorismo desastroso, todo manchado de miedo, todo más muerto que vivo. Estar en la cuerda floja me dio vida, pero un día caí y me ahorqué con ella. Mi cabeza sigue atada, el cuerpo no lo siento.

Amor, la estupidez de los sentidos.
Lo que le da sentido a la estupidez

Puzzle

No hay mayor desierto que el mar. No hay mayor paz que la de estar en guerra. Mi vida y sus contradicciones. Mi amor y el odio que le tengo. Maldita suerte. Afortunado desastre. Demasiado cansado como para no hacer nada. Demasiadas ganas como para hacer algo. Pienso en no pensar. Imagino no tener imaginación. Quiero morir viviendo en vez de vivir muriendo. Quiero todo y nada. Follarte como a una puta, ser el más cerdo cada noche y hacerte el amor cada mañana como el mayor de los románticos. Cuidar los matices, matizar los detalles. Hacer que me odies por no haberte amado antes. Sentir los sinsentidos de la vida, ser lo suficiente listo para hacer el idiota. Asesinar por ti flores, personas y recuerdos. Romper fotos, hacer nuestro propio collage con tus trozos y los míos, para que, si nos alejamos, al menos veamos que fue bonito ser un puzzle. Una pena que al follarte encima de la mesa las piezas se cayeran. No sirve de nada llorar tras el naufragio, sumergirse para ver lo que queda solo ahoga. Tus manos en mi espalda ya no arañan ni sujetan, solo empujan. Pero para caer nunca necesité ayuda. Echo de menos los besos que no nos dimos, las fotos que no te hice, las locuras que no hicimos, los textos que no te escribí.
Oportunidades que se pierden, cosas que no pasan. Tiempo que vuela. Luz que se apaga. Siempre es igual, como los días. Siempre es distinto, como el amor. Nunca es bueno, como la droga.
¿Cuándo volveré? No lo sé.
¿Cúando me fui? Nunca estuve. Solo pasaba por allí, pero no me importaba el tiempo.
Solo me importaba fotografiar cada rincón por si decidía olvidarlo, por si olvidaba que te olvidé, recordarlo

jueves, 20 de noviembre de 2014

Llave maestra

Esa gota de sudor frío cayendo por tu espalda cuando estás a punto de correrte.
Y yo viéndola caer junto a ese arqueo involuntario de tu espalda tres milésimas de segundo antes de que tus uñas se claven en mi espalda. Hincarte el diente, saborear la gloria. Cómo si el mundo se acabase. Y nosotros reconstruyendo nuestras ruinas, follando entre escombros. Viviendo entre sueños en construcción. Tan cerdos y a la vez tan tiernos. Tan sucios y a la vez más limpios que nunca.
Las nubes nos están arropando, no quieren que el mundo nos vea así. Tan fuertes y a la vez tan vulnerables. Tan sensibles que un roce puede salvarnos y su ausencia puede hacer que caigamos en el abismo frío de esa cama vacía. Pero no vamos a pudrirnos con este frío que nos envuelve.
Vamos a seguir igual. Ardiendo y renaciendo. Amando cómo críos inocentes, follando como ninfómanos. Infiernos a cero grados y paraísos quemándose. Dolores físicos placenteros y dolores internos que no te dejan ni andar. Yo no quiero paz si no es contigo, no quiero guerra si no es en tu cama. Notas de suicidio en tu espalda cada noche antes de matarme en cada una de tus curvas.
Nunca la muerte tuvo tanto morbo. Nunca tuvo un rostro tan angelical ni una sonrisa tan pícara.
El café nunca supo tan dulce con tan poco azúcar. El sexo con otras nunca tuvo tan poca gracia.
Sería como conformarse con migajas cuando quiero cada trozo de tu pastel. Sería fomentar la miseria. Empobrecer los sentidos. Curarle la ceguera al amor. Hacerle sentido a la razón.
Quién querría estar cuerdo con una locura tan dulce como la tuya.
Quién no querría ser preso de la cárcel de tu cuerpo. Esclavo de tus sueños. La voz en off de tu historia. Esa gota de sudor que se escapa desde tu barbilla hasta tu ombligo.
Yo vine, te vi y me venciste. Perdí en el juego de no enamorarme de ti, pero gané más de lo que nunca podría haber soñado.
El café se enfría antes sin ti. Los cigarros se consumen más rápido. El tiempo que perdemos se acelera porque no aguanta estar tan solo. La luz que se cuela por la persiana lo hace con menos fuerza porque sabe que no estás tú en mi cama para manchar tu piel de sombra. No estás en mi cama para manchar mi vida de luz.

Rulo y enciendo. Paro y pienso. Miro. Siento.
No sé que está pasando, pero por fin está pasando algo.
No sé dónde estás, pero te estoy buscando. A tientas como un ciego, leyendo en braille con los labios.
Porque no hacen falta ojos para ver tu alma. No hace falta luz para ver mi sombra, está más alargada que nunca buscándote por las calles de la ciudad, por si te encuentra, síguela. Te marca la posición de mi tesoro, la equis de mi ecuación, tan solo compatible con la tuya. Te estoy dando pistas para venir y descifrarnos. Mi ganzúa se ha roto, ven y abre mi puerta.
Tú podrías ser la llave maestra de mi vida si quisieras.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Hermana de la lluvia

Escribo sin escribir. Hablo callado. Escucho el silencio. La lluvia no me moja, me seca el alma de lágrimas. Todo me parece menos gris cuando también lo está para los demás. Aunque para mi su gris es una de las cosas más intensas, bellas y llenas de vida que existe. Seré yo, demasiado normal para un mundo tan raro. Serán ellos, demasiado tuertos para un mundo de ciegos. Dónde no hace falta mirar, solo sentir. Dónde faltan almas y sobran ojos que no saben ni donde mirar, mucho menos iban a saber apreciar.

Cómo no iba a ser triste esa chica con lo increíble que es. Como una inofensiva amapola pasando desapercibida entre tantas rosas con espinas. Con una belleza tan pura que mezcla lo físico y lo metafísico, tan natural que parece imposible que sea cierto. Pareciera hermana de la lluvia, destinada a caer sin que nadie sepa apreciar la belleza que encierra.

Pero a veces la lluvia es de alegría, al igual que las lágrimas.
Sobretodo cuando tiene una piel como la suya para aterrizar, o más bien estrellarse.
Aunque eso suponga chocar y destrozarse.

Flor de luto

Mis manos y tu pelo, poesía y discos viejos,
El odio guardándole luto al amor,
Y tu corazón de fiesta celebrándolo.
Finales sin comienzo, orgasmos sin sexo.
Piel de gallina sin besos ni versos.
Tu cuerpo como vaso y mi voz en estado líquido.
El mar y su peligro. Las sirenas y su canto.
Y yo tan sordo que ni siento ni padezco.
Tan loco que sabe a poco que tu tus ojos sean tan negros.
Yo que siempre fuí tan gris y ahora busco color.
El de su pelo y sus labios a juego.
Una flor perennemente marchita por el frío.
Tan preciosa, única y frágil que sienten miedo los dedos,
de no ser dignos de su tacto mágico,
de no saber hacer que se mantenga entera,
sintiendo rabia, porque no crecen amapolas como esa en mi patio.

Caprichos incumplidos

Cuando no eres tú ni soy yo ni se qué hacer. Ganas de todo y ganas de nada.
Amor y droga, más de lo segundo que de lo primero. Aunque lo primero es la mayor de mis drogas.
Esa que no encuentro pese a ser la que más busco. Dime si no es irónico. Encuentras, pero pierdes. Amas, pero odias. Sientes, pero sobretodo frío. Más dentro que fuera, desprendes frío mientras se te quema el alma. Aquí no quedan ni cenizas, acabaron por el suelo como todas las colillas.
Los quiero y no puedo, la fuerza de los débiles, la valentía del suicida más cobarde.
Si prefiero más humo que aire es porque ya me estoy oxidando, como ese metal, tan frío que nadie quiere tocarlo. Querer que llueva fuera para disimularlo todo. Esta mala cara es por el tiempo, pero la meteorología me importa una mierda, es por el perdido, y por el que no tengo. Por las oportunidades que se pierden por no darse.
Como el café, que se enfría esperándote. Como la lluvia, sin ganas de caer porque no va a poder mojarte, y el cielo tan celoso de tu techo como yo de tus sábanas.

Esas cosas pequeñas que te hace ser quien eres. Esas cosas enormes que te hacen no querer serlo.
Le pido tiempo al tiempo, amor al amor y paz a la guerra. Y lo más sensato parece lo último.
Lo más útil sería lo primero, lo más recomendable lo segundo. Pero, para bien o para mal, nunca fuí de hacer lo correcto. Nunca tuve la oportunidad de hacerlo.

Vivir tranquilo se convirtió en capricho. Y vivir de las locuras un sueño incumplido.