miércoles, 15 de octubre de 2014

Notas en la nevera

Uno espera una señal, un cruce de miradas, un giro inesperado. Como el de su cabeza mirándome, como en las películas. Hemos leído demasiado, hemos visto llover demasiadas veces abrazados al calor que desprende ese café, como si fuera a abrazarnos él a nosotros. Como si fuera a acompañarnos a la cama de la mano.
Triste pero intenso, como el amor sin sexo, o como el sexo sin amor. Que bonita resulta la palabra "correrse" en esos labios y que sucia suena en otros.
Pantalones largos y camiseta interior para dormir. Vuelve el frío, pero no los besos en la nuca. Me engañan estos escalofríos. Serán las ganas, será que quieres que te miren esos ojos, solo esos. Sabes que van a verlo todo. Tu físico y tu alma, tu ego marchito, esa magia triste que emanas. Será que has leído demasiado y conocer a alguien de quien merece la pena enamorarse te entusiasma. Echas de menos la piel de gallina escribiendo. Echas de menos el frío, que te abracen y te sumerjan en ese mar de gemidos de sirena y sudor. Echas de menos que hasta la cama más grande se os quede pequeña para tantos sueños.
Pero dime que no es bonito soñar con primeros momentos. Con finales abiertos, como su blusa y mi camisa. Con una silueta en la cama que merezca la pena memorizar y notas sobre ti en la nevera para que, cuando despiertes sola, sonrías tanto como cuando estoy yo al otro lado de la almohada.

Primera nota: Si la sonrisa es el espejo del alma, no me extraña, que, cuando sonríes, enamores.

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