lunes, 3 de noviembre de 2014

Caprichos incumplidos

Cuando no eres tú ni soy yo ni se qué hacer. Ganas de todo y ganas de nada.
Amor y droga, más de lo segundo que de lo primero. Aunque lo primero es la mayor de mis drogas.
Esa que no encuentro pese a ser la que más busco. Dime si no es irónico. Encuentras, pero pierdes. Amas, pero odias. Sientes, pero sobretodo frío. Más dentro que fuera, desprendes frío mientras se te quema el alma. Aquí no quedan ni cenizas, acabaron por el suelo como todas las colillas.
Los quiero y no puedo, la fuerza de los débiles, la valentía del suicida más cobarde.
Si prefiero más humo que aire es porque ya me estoy oxidando, como ese metal, tan frío que nadie quiere tocarlo. Querer que llueva fuera para disimularlo todo. Esta mala cara es por el tiempo, pero la meteorología me importa una mierda, es por el perdido, y por el que no tengo. Por las oportunidades que se pierden por no darse.
Como el café, que se enfría esperándote. Como la lluvia, sin ganas de caer porque no va a poder mojarte, y el cielo tan celoso de tu techo como yo de tus sábanas.

Esas cosas pequeñas que te hace ser quien eres. Esas cosas enormes que te hacen no querer serlo.
Le pido tiempo al tiempo, amor al amor y paz a la guerra. Y lo más sensato parece lo último.
Lo más útil sería lo primero, lo más recomendable lo segundo. Pero, para bien o para mal, nunca fuí de hacer lo correcto. Nunca tuve la oportunidad de hacerlo.

Vivir tranquilo se convirtió en capricho. Y vivir de las locuras un sueño incumplido.

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